
Siempre me gustó cantar. En la ducha, mientras limpiaba la casa, mientras cocinaba...
Yo cantaba y bailaba cada vez que me daba la bola y todo lo que se me venía a la mente en cada momento. La gente de mi alrededor cuando me oía a veces se extrañaba por las canciones que me escuchaba, pues igual cantaba a Serrat, a Jackes Brell, alguna absurda canción infantil, que a Rocío Durcal, Lluis LLac, etc.
Ahora hace unos meses que no canto, pero es que ahora no soy feliz.
Pero hoy recuerdo con nostalgia aquel día de hará unos tres años en que yo mientras quitaba el polvo del salón empecé a cantar el estribillo de una canción oído el día anterio en la radio y de quien no tenía idea era su autor, ni la cantante. Sólo se me quedó el estribillo como suele pasar a veces en la sesera y allí que me puse a cantar a viva voz. Se me acercó entonces La Xiqueta y me preguntó asombrada:
- ¿Estás cantando a Chenoa?
Así supe que cantaba una canción de una triunfita y claro, lo poco que debía gustarle a La Xiqueta tal cantante.
Pero como le contesté aquel día a mí me daba igual. Era pegadizo y cantable y con eso me bastaba.
Y es que a veces da igual si la canción es mala o buena y su cantante malo o peor.
Cuando eres feliz, todas estas cosas dan igual.
Hoy para que se ría un poco La Xiqueta, le dejo este vídeo de la famosa canción y aunque no le guste nada, se lo dedico.
Para ti Xiqueta, ya que como ya sabes eres otra de mis personas favoritas, eres otra de las que no defrauda. y además te prometo que el día - que como tú dices llegará - en que vuelva a ser, aunque sólo sea un poco, feliz, ésta es la canción que primero he de cantar.